Enviado por Veronica Villa el
Nos ocurre muchas veces en el Grupo ETC que cuando logramos algo importante, ya nos movimos hacia la siguiente lucha. Pero en nuestro cumpleaños 40, decidimos tomar un momento para celebrar algunas de nuestras victorias más queridas. Todas nos parecen cruciales, pero aquí las presentamos en orden cronológico.
7. El tratado sobre semillas
En 1981, el Grupo ETC (antes llamado RAFI), comenzó a presionar por la creación de una Comisión de Naciones Unidas que se enfocara en las semillas como tema político así como ecológico. En el año 1983 logramos que se formara una Comisión Intergubernamental. El reconocimiento de los Derechos de los Agricultores vino en 1988; una estrategia intergubernamental global para conservar los recursos genéticos se formó en 1996 y en 2004, después de años de movilizaciones de la sociedad civil, presión de movimientos sociales y negociaciones internacionales, entró en vigor el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (que conocemos como el Tratado sobre semillas), que incluye el reconocimiento, en principio, del derecho de los agricultores a guardar e intercambiar semillas.
6. Las patentes sobre el genoma de los pueblos indígenas
A principios de la década de 1990, el Grupo ETC dio seguimiento a una iniciativa financiada, entre otros, por el gobierno de Estados Unidos para recolectar muestras de ADN de más de 700 comunidades indígenas. Cuando algunas de esas muestras fueron patentadas por el propio gobierno de aquel país, el Grupo ETC encabezó una impugnación jurídica contra el Proyecto Genoma Humano (Human Genome Diversity Project), al tiempo que proveía de información a los pueblos afectados, lo que culminó en una confrontación con el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Ron Brown, en los escalones de la Organización Mundial de comercio en Ginebra. El gobierno de Estados Unidos se comprometió a detener el patentamiento y el proyecto quebró cuando retiró millones de dólares que había invertido en esa iniciativa.
5. Contribuir a que la sociedad civil esté un paso adelante
La reunión en la que se fundó el Grupo ETC en 1977, en el valle Qu’Appelle Valley, en Saskatchewan, oeste de Canadá, fue la primera reunión internacional que discutió el tema de las semillas como un tema de política. Al seguir las tendencias de la actividad corporativas y las tendencias globales de la economía y la tecnología, el Grupo ETC ha sido capaz de actuar como un sistema de alerta temprana para la sociedad civil y los movimientos en todo el mundo. Esa reunión se convocó en respuesta a la tendencia que observamos de las compañías de pesticidas comprando a las de semillas, y pocos años después ETC advirtió que la emergente industria biotecnológica desarrollaría variedades vegetales transgénicas tolerantes a los herbicidas, una década antes de que eso se convirtiera en una realidad comercial. ETC y sus aliados más cercanos han organizado al menos una vez por década enormes reuniones en las que se discuten y se colocan en el radar de cientos de movimientos y organizaciones sociales en todo el mundo, tendencias como nanotecnología, biología sintética, geoingeniería, datos masivos, inteligencia artificial y convergencia tecnológica.
4. Biopiratería
En la década de los setenta, ETC comprendió que las corporaciones estaban “patentando” el conocimiento tradicional y las variedades campesinas e indígenas de los cultivos, práctica que denominó “biopiratería”. El Grupo ETC pasó años persiguiendo docenas de compañías que cometían actos de biopiratería en todo el mundo. Trabajando con aliados, tuvimos éxito en revertir cientos de patentes de este tipo, incluida la patente de Monsanto sobre toda la soya y algodón transgénicos, y un audaz intento que hiciera una universidad para monopolizar docenas de variedades tradicionales de la quinoa de los Andes.
3. Semillas Terminator: suicidas / genocidas
En 1998, la investigadora y co-fundadora del Grupo ETC, Hope Shand, descubrió una patente para un “sistema de protección de la tecnología”, que sería imbuido en la genética de la semilla para que fuera estéril, de tal modo que ningún agricultor pudiera sembrar semillas de su cosecha si no pagaba nuevamente por ellas a las empresas vendedoras. A esto siguió una indignación global. En 2000, el Grupo ETC y aliados sorprendieron a Monsanto y a otros gigantes genéticos con una moratoria global sobre el uso de esta tecnología, ya entonces muy famosa por su apodo “Terminator”. Sin embargo en 2006, un pequeño grupo de países encabezados por Canadá y Estados Unidos trataron de neutralizar el lenguaje de la moratoria en las negociaciones de Naciones Unidas sobre biodiversidad. Su intento fue contraproductivo: miles de agricultores campesinos e indígenas movilizados por La vía Campesina rodearon la sala de negociaciones en Brasil y decenas de mujeres de los pueblos protagonizaron una protesta sin precedentes dentro de la sala de la plenaria. Por determinación popular, el intento de golpe se revirtió y la moratoria se fortaleció, pues los gigantes genéticos se comprometieron a no comercializar las semillas Terminator.
2. La bomba Daisy-cutter de Syngenta
La bomba Daisy-cutter se ha usado en las guerras de Vietnam, del Golfo Pérsico y de Irak para limpiar la zona de desembarque de tropas. Es básicamente una bomba defoliadora. En 2004, uno de los gigantes genéticos, Syngenta, intentó apoderarse mediante una patente monopólica del control del ADN que regula la floración en una enorme variedad de cultivos, incluidos el arroz y el trigo. La patente, que hubiera sido efectiva en más de 100 países, estaba planteada de modo tan amplio que extendía su control monopólico sobre especies vegetales aún no descubiertas. El Grupo ETC nombró a ésta la “patente Daysi-cutter”, y encabezó una campaña para presionar a Syngenta a renunciar a ella. Después de mucha presión global de organizaciones campesinas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, la compañía suiza estuvo de acuerdo en que su patente se anulara.
1. Geoingeniería
El Grupo ETC comenzó a monitorear la geoingeniería hace mucho más de 10 años, pero el tema se calentó en 2007 cuando publicamos el informe “Jugando con Gaia”, en el que llamamos a tomar acciones para frenar los remiendos técnicos para enfrentar la crisis del clima en vez de reducir las emisiones de gases. Poco después de la publicación una empresa privada llamada Planktos anunció un enorme experimento de fertilización oceánica cerca de las Islas Galápagos y el Grupo ETC alentó la formación de una coalición de grupos de la sociedad civil de diversas partes del mundo para detener el experimento. Para fin de año, el Grupo ETC y aliados ya estaban bien organizados para establecer una moratoria sobre fertilización oceánica en el Convenio de Londres (convenio para evitar la contaminación marina por vertimiento de deshechos y otras materias) y en el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB). Ambas moratorias se adoptaron formalmente. En los años siguientes, ETC movilizó grupos regionales y de la sociedad civil internacional para luchar contra la fertilización oceánica en Sudáfrica, en Haida Gwaii en Canadá y en las Filipinas; logró la cancelación de un experimento de gestión de la radiación solar en Reino Unido y ayudó a establecer una moratoria global de facto sobre todas las formas de geoingeniería en el Convenio sobre Diversidad Biológica en 2010.
De las salidas de emergencia a las rutas iluminadas: las décadas que vienen
Nos sentimos muy bien por lo que hemos hecho para limitar el poder de las corporaciones y las disrupciones de las convergencias tecnológicas. Sabemos que esas victorias demoran pero no revierten las grandes tendencias destructivas. En nuestros siguientes 40 años, queremos que las organizaciones y movimientos sociales construyan instituciones responsables de evaluar las tecnologías y encuentren caminos humanos para salir desastre en que nos están sumergiendo las empresas y las tecnociencias. Para saber más sobre cómo nos estamos encaminando a esos próximos 40, consulten el Fondo 2040.