Enviado por Joëlle Deschambault el
La cadena industrial/Las redes campesinas
No sabemos que existen sistemas de alimentación que no conocemos. Hace cincuenta años, durante el Primer Congreso Mundial sobre Alimentación en junio de 1963, se declaraba en la ONU: “Tenemos los medios y la capacidad para erradicar el hambre y la pobreza de la faz de la Tierra en nuestro tiempo de vida – sólo falta tener la voluntad.” Esas palabras han sido el mantra de cada conferencia sobre alimentación desde entonces. Pese a ello, los gobiernos tienen aún grandes vacíos en la información que manejan sobre producción y consumo de alimentos, lo que fue dolorosamente evidente en 2007, cuando los gobiernos no reconocieron que se avecinaba una enorme crisis de alimentos. Cincuenta años después, a los formuladores de políticas aún les falta explicar porqué los gobiernos no disponen ni los medios, ni la capacidad ni la voluntad para terminar con el hambre.
Los que toman decisiones –y mucha otra gente– ni siquiera saben que existen importantes sistemas alimentarios que no conocen. No lo saben, en primer lugar, porque se han pasado la mitad del siglo sin cuestionar el modelo occidental de producción, procesamiento y consumo de alimentos (lo que llamamos “cadena industrial” en esta publicación). Prácticamente todo lo que se ha pensado sobre seguridad alimentaria en las últimas décadas se basa en esa premisa. En segundo lugar, nos hemos vuelto dependientes de las limitadas estadísticas e interpretaciones que presentan las empresas de agronegocios. Pero incluso para imponer sólo su versión de los hechos cada vez hay menos información accesible al público sobre la realidad de los mercados y el reparto de los mismos. El Grupo ETC comenzó a monitorear lo que hacen las empresas de agronegocios desde finales de los 70’s. Con el paso de los años, tanto las compañías como los analistas de la industria se han vuelto cada vez más herméticos. Esto se debe en parte a que el número de analistas se ha ido reduciendo al mismo ritmo vertiginoso que se consolidan monopolios cada vez mayores. Como resultado, los formuladores de políticas aceptan que el aumento del consumo de carne y lácteos, la obesidad y la necesidad de fertilizantes y agroquímicos son realidades incontrovertibles. Las demandas de los clientes que pagan son sacrosantas, las demandas de quienes sufren hambre son negociables. Esperamos que este documento promueva un debate sobre lo que sabemos y lo que suponemos de la cadena industrial de producción de alimentos.
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Así que, ¿todo es blanco o negro? ¿Entonces los que deciden políticas sólo pueden elegir entre la cadena industrial de producción de alimentos o las redes campesinas? No necesariamente. De hecho los productores campesinos y familiares participan de ambos sistemas en diferentes grados. Pero existe una gran diferencia en las premisas: para unos el paradigma es la producción basada en las multinacionales de agronegocios, dominante en la mayor parte del mundo occidental; eso es lo único realmente creíble y posible. Para otros, son los productores en pequeña escala (es decir, las y los campesinos) quienes deben estar en el punto de partida, en el centro de todas las políticas de alimentación, locales, nacionales y globales. Este cartel se propone presentar, sin apologías, los argumentos desde la perspectiva de los campesinos.
¿Red campesina de alimentos? Muchos prefieren hablar de “agricultores” o “productores en pequeña escala” y les preocupa que “campesinos” sea una calificación condescendiente o peyorativa. En este cartel, usamos el término “campesinos” y “campesinas” para describir a todos aquellos que producen alimentos, principalmente, para ellos mismos y sus comunidades, ya sean agricultores rurales, urbanos o peri-urbanos, pescadores de costas y ríos, pastores o cazadores y recolectores. Muchos campesinos entran en todas esas categorías. Los productores en pequeño frecuentemente tienen estanques o ganado de traspatio. Cazan o recolectan —especialmente las difíciles semanas antes de la cosecha. Muchos se mueven de ida y vuelta entre el campo y la ciudad. Cuando decimos “red” hablamos de la complejidad de relaciones que se apoyan unas a otras y que comparten campesinos y comunidades. Aunque también es compleja, la cadena se cierra en cada eslabón y al producir estadísticas prácticamente nunca toma en cuenta las “cosechas ocultas”: la recolección estacional en bosques, orillas y sabanas. Casi nunca se considera la abundancia de cosechas urbanas (hortalizas, piscicultura y animales).
La variedad de fuentes de alimentos de las que se nutren las comunidades campesinas dificulta las estadísticas: los campesinos trabajan con unos 7 mil cultivos mientras los analistas de la industria se enfocan en 150. El mundo no cuenta con cifras precisas. Aquí ofrecemos nuestros mejores cálculos de la porción de alimentos que proviene de bosques, pesca, producción urbana, etc., pero es sólo una aproximación. Les invitamos a profundizar en esta investigación esencial.
La red campesina trabaja duro en evitar el desperdicio de alimentos o de los recursos para producirlos. Donde hay “pérdidas” se debe casi exclusivamente a problemas de almacenamiento o transporte —no por sobreconsumo, estándares estéticos comerciales o negligencia. La comida que se echa a perder muchas veces se la recicla para alimentar animales o para hacer fertilizantes. ¡Esto nunca sucede en la cadena industrial!
Red campesina no es sinónimo de agroecología, agricultura orgánica o permacultura. Los campesinos toman sus propias decisiones acerca de si usar o no fertilizantes sintéticos o plaguicidas, por razones económicas, ambientales, de salud o de acceso. Algunos usan químicos para su producción comercial pero los evitan para su consumo. Así que mucho de lo que los campesinos producen es, de hecho, orgánico.
¿Cadena industrial de producción de alimentos? También es difícil calcular cuánta comida se produce y cuánta se consume en la cadena industrial. Se ha escrito mucho acerca del desperdicio que proviene de descartar frutas y vegetales “imperfectos” o de los problemas del transporte a largas distancias, de la buena calidad de los alimentos descartados por los supermercados y lo que los propios consumidores tiran en sus hogares. Se dedica muy poca investigación a calcular la cantidad, costos en salud y costo-oportunidad del consumo excesivo. Es complicado: ¿qué porción del 80% de la tierra agrícola y los fertilizantes que a nivel planetario se destina a alimentación animal y se convierte en carne y productos lácteos se desperdicia? Cada vez más consumidores rebasan con mucho la ingesta recomendada por las autoridades de salud…Este póster intenta calcular todas esas formas de desperdicio y concluimos que la cadena sólo entrega un 30% de la comida que la humanidad consume y necesita. La cadena no es capaz de proveer a aquellos que padecen hambre o desnutrición.
Cincuenta años tarde, urge reconocer que los campesinos tienen la capacidad y la voluntad para alimentar a quienes lo necesitan. Les hace falta soberanía alimentaria.
Adjunto | Tamaño |
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SPA_Food Poster-Sept20-2013.pdf | 8.7 MB |
WhoWillFeedUs Annotated Version-SPANISH-Sep 20.pdf | 804.6 KB |