Enviado por ETC Staff el
Cuando se descubrió en México, centro de origen del maíz, el peor caso de contaminación transgénica de variedades nativas, se esperaba que se hicieran a nivel global enormes modificaciones en el manejo de los cultivos transgénicos. Los temas clave con respecto a este problema -soberanía alimentaria, bioseguridad y biotecnología- eran prioritarios en la agenda internacional de las discusiones que se llevarían a cabo en la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), la Cumbre Mundial sobre Alimentación + 5 de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (CMDS). Sin embargo, un año después, nada se ha hecho en México o en el resto del mundo para prevenir la contaminación de las reservas vitales genéticas. La FAO, la CDB, la CMDS y el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) fracasaron en resolver la urgente necesidad de proteger las semillas -herencia global de los agricultores- de la contaminación. En vez de eso, el año terminó con las instituciones internacionales denigrando a los países africanos por ejercer su derecho soberano de negarse a recibir granos transgénicos como envíos de ayuda alimentaria.
Un año viviendo en peligro
Un año después que el gobierno mexicano anunció que en dos estados se encontró maíz contaminado con variedades transgénicas, las autoridades aún no toman medidas para detener las fuentes de la contaminación, limpiar los campos o determinar la extensión del daño. México es centro de origen del maíz y hogar de la más grande diversidad de maíz del mundo. Mientras agricultores locales, grupos alrededor del mundo y organizaciones de la sociedad civil expresan su indignación ante el descubrimiento, el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT), ubicado en Texcoco, México, reaccionó de manera ambigua ante la crisis de la contaminación. El Centro es miembro del CGIAR y mantiene la colección pública de germoplasma de maíz más grande del planeta. A pesar de su mandato para proteger este cultivo vital para el mundo, el CIMMYT fracasó en encabezar acciones decisivas para evitar posterior contaminación transgénica en los campos de los agricultores. La pasividad del CIMMYT no solo refleja el abandono de su responsabilidad para con los pequeños agricultores de México -que dependen de sus variedades adaptadas localmente- sino que también cuestiona su propia capacidad para enriquecer y mantener las colecciones de maíz no transgénico proveniente de los campos.
En frentes internacionales se ha hecho eco de la muda respuesta del CIMMYT ante la crisis en México. Durante la reunión del Protocolo de Diversidad Biológica en abril pasado, los delegados de los gobiernos soslayaron el tema y lo mismo hicieron los gobiernos reunidos en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable en junio. En agudo contraste, los pueblos indígenas y los agricultores de Africa, México, India, Brasil, Francia y otros países han protestado contra la contaminación transgénica y expresado su profunda preocupación acerca de sus implicaciones. Los movimientos de resistencia y las redes de solidaridad para evitar la contaminación y salvar las semillas están floreciendo por todo el globo.
Maíz en México: el recuento
En septiembre del 2001, el Instituto de Ecología (INE) de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales anunció que había descubierto contaminación transgénica en las variedades nativas de maíz en los campos de dos estados del sur. Los estudios del INE confirmaron los hallazgos de Ignacio Chapela y David Quist, biólogos de la Universidad de California en Berkeley (ver el recuadro). Las leyes mexicanas prohiben el cultivo de maíz transgénico en México debido al riesgo que puede representar para las variedades nativas, pero como parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte el país importa aproximadamente un millón a un millón y medio de toneladas de maíz transgénico al año provenientes de los Estados Unidos. Dadas las costumbres de plantar semilla manualmente, no resulta extraño que algo de ese maíz, eventualmente, haya sido depositado en la tierra.
El informe oficial del INE afirmó que los científicos encontraron contaminación transgénica en 15 de 22 sitios, en grados del 3 al 10 por ciento. La amplitud y el grado de contaminación que se encontró en las parcelas de los campesinos impactó a los círculos científicos, ya que al parecer los estudios de flujo genético en maíz han menospreciado la habilidad del maíz transgénico para cruzarse con las variedades tradicionales o híbridas. Antonio Serratos del CIMMYT afirmó que la existencia generalizada de rasgos transgénicos entre las variedades tradicionales en México indica una grado muy notable de diseminación, considerando que el maíz transgénico se liberó para su comercialización en los Estados Unidos en 1996.(1)
En agosto del 2002, el INE y la Comisión Nacional para la Biodiversidad (CONABIO) anunciaron que las pruebas subsecuentes realizadas por dos institutciones académicas diferentes no solo confirmaron los hallazgos originales, sino que revelaron grados más altos de contaminación. Los nuevos datos mostraron que la contaminación transgénica alcanza un rango del 1 al 37 por ciento en el 95 por ciento de los lugares donde se hicieron pruebas en los estados de Oaxaca y Puebla.(2) El director del INE, Exequiel Escurra afirmó que "la conclusion más importante de esos estudios es que los constructos transgénicos se mueven mucho más rápido en el ambiente natural de lo que se creía anteriormente, lo cual nos obliga a reconsiderar las medidas de bioseguridad."(3)
El 22 de octubre del 2002, después que Nature se negó a publicar los resultados de los nuevos estudios, Ezcurra dijo que "los argumentos de los analistas de Nature no son científicos, son ideológicos. Nuestros datos sugieren que los transgénicos están allí [en México]"(4)
Obligaciones aparte, las medidas sobre bioseguridad quedaron aún más relegadas en la agenda gubernamental. Aunque el propio Secretario del Medio Ambiente, Victor Lichtinger presidió la Comisión Intersecretarial sobre Biodiversidad y Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) de septiembre del 2001 a septiembre del 2002, dicha comisión no consideró el asunto. En agosto, el Comité Científico Consultivo en pleno de la CIBIOGEM renunció en protesta por la falta de compormiso del gobierno mexicano para con los temas de la bioseguridad. En una declaración pública, los científicos lamentaron que "el gobierno federal no considera como prioritaria la discusión sobre los organismos genéticamente modificados y. nuestras observaciones y opiniones no son tomadas en cuenta."(5)
A su regreso de la Cumbre Mundial en Johanesburgo, el Secretario Lichtinger presentó como un logro que México había presentado la iniciativa del Grupo de Países Megadiversos Afines para proteger la biodiversidad, basándose en la propiedad intelectual y promoviendo la biotecnología "para incrementar el valor de la biodiversidad." La prensa preguntó si el supuesto liderazgo internacional de México no se contradecía con la falta de acción del gobierno mexicano con respecto a la contaminación del maíz. Dando una puñalada al corazón de la cultura y la agricultura mexicanas, el secretario respondió: "la biodiversidad es mucho más que el maíz."(6)
Con este tipo de posturas oficiales no sorprendería que aún mientras todo el mundo está observando lo que sucede con la contaminación, México levantara la moratoria que hay sobre el cultivo del maíz transgénico al terminar el periodo preliminar de tres años, a fin de octubre. Aunque los estudios muestran que la contaminación se está extendiendo a grados alarmantes, la industria de la biotecnología -envalentonada por la despreocupación de las instituciones públicas nacionales e internacionales- ha comenzado campañas de opinión pública y de cabildeo para reiniciar las pruebas en campo de maíz transgénico.
Mientras tanto, la fuente de contaminación más probable, que es la importación de seis millones de toneladas de maíz de los Estados Unidos cada año, continua intacta. Las importaciones masivas amenazan no solo a la biodiversidad, sino también la sobrevivencia de los campesinos mexicanos productores de maíz.
Lo más relevante del año de la gran contaminación
Septiembre del 2001 El gobierno mexicano anuncia que las variedades tradicionales de maíz de los campesinos en dos estados mexicanos, Oaxaca y Puebla, están contaminadas con ADN de maíz transgénico.
Octubre del 2001 Las organizaciones de la sociedad civil mexicana demandan que el gobierno pare inmediatamente las importaciones de maíz y desarrolle una estrategia para detectar, prevenir y revertir la contaminación transgénica, y que las empresas responsables paguen los daños a los campesinos afectados. Cientos de organizaciones de la sociedad civil en el mundo apoyan sus demandas. La reunión anual del CGIAR se lleva a cabo en Washington y evita discutir el tema de la contaminación en el centro de diversidad genética del maíz.
Noviembre del 2001 La revista Nature publica un artículo científico de Ignacio Chapela y David Quist de la Universidad de California en Berkeley que muestra la contaminación de las variedades tradicionales campesinas que encontraron en México. En la FAO, se aprueba el Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos después de siete años de negociaciones.
Diciembre del 2001 Científicos amigos de la industria inician una sucia campaña para desacreditar el artículo de Chapela y Quist afirmando que la contaminación no está probada, y acusan a Chapela y Quist de fallas metodológicas.
Enero del 2002 Más de 120 organizaciones de campesinos, indígenas y de la sociedad civil se reúnen en el seminario "En defensa del maíz" en la Ciudad de México y reafirman sus demandas de parar las importaciones de maíz transgénico y atender el problema de la contaminación de las variedades criollas. En el seminario, representantes de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de México anuncian los resultados preliminares de los nuevos estudios en curso en Oaxaca y Puebla, que muestran contaminación de hasta 37% en las muestras tomadas en esos estados.
Febrero del 2002 En el Foro Social Mundial en Porto Alegre algunas organizaciones de la sociedad civil exigen que la FAO y el CGIAR reconozcan la contaminación, desarrollen un plan de emergencia para proteger los bancos genéticos en fideicomiso y llamen a una moratoria de liberación de transgénicos. Más de 140 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo publican una "Declaración Conjunta sobre el Escándalo del Maíz en México" y protestan contra la campaña de descrédito contra los científicos de Berkeley. Vea la declaración en www.etcgroup.org.
Representantes de la industria biotecnológica continúan atacando a Chapela y Quist e ignoran los resultados de los estudios del gobierno mexicano. Enfrentados con la abrumadora evidencia de la contaminación, cambian la argumentación y aseguran que SI la contaminación ya está en el campo, ello incrementará la diversidad y proveerá a los campesinos mexicanos de "tecnología gratuita"
El CIMMYT responde a a la Declaración conjunta internacional afirmando que ellos cumplieron su responsabilidad haciendo pruebas para detectar contaminación transgénica en sus bancos genéticos. El CIMMYT mantiene una actitud ambigua ante la crisis de la contaminación en México, negándose a confirmar o negar la evidencia de tal contaminación por escrito.
Marzo del 2002 La FAO le pide al CIMMYT que investigue sobre las implicaciones del maíz transgénico y que el gobierno mexicano provea información acerca de la extensión de la contaminación y el desarrollo de un plan concreto para responder a los riesgos que significa esta situación.