Enviado por Veronica Villa el
El problema
Las Seis Grandes corporaciones agroquímicas trasnacionales que dominan los mercados globales de semillas y pesticidas (BASF, Bayer, Dow, DuPont, Monsanto y Syngenta) insisten ahora en que deben volverse más grandes y rápidas si el mundo desea seguridad alimentaria en un contexto de caos climático. Según la lógica de los grandes agronegocios, las presiones extremas que ejercen el crecimiento de la población mundial, el aumento en la demanda de carne y la crisis climática exigen el avance de la “Gran Ciencia” y el “Gran Dinero”, lo cual significa fusiones empresariales extremas a lo largo de toda la cadena alimentaria industrial.
Lo que está en juego
El destino de las seis empresas dominantes en los mercados de pesticidas y semillas (y su mercado de 93 mil millones de dólares anuales) está en juego. A pesar de su insistente retórica sobre la “agricultura climáticamente inteligente”, sus estrategias de investigación y desarrollo se colapsan y, entre las empresas mismas hay más vendedores que compradores. Al mismo tiempo, el gigantesco mercado de los fertilizantes químicos (175 mil millones de dólares anuales), generador intensivo de gases de efecto invernadero, está en el centro de las controversias de las negociaciones sobre el cambio climático y pretende envolverse en el manto de la “agricultura inteligente” para proteger sus activos. Las cuatro empresas que controlan el 56% del mercado de la industria fabricante de maquinaria agrícola (valuado en alrededor de 116 mil millones de dólares anuales), ya poseen equipo robotizado; además, están adquiriendo el software (tecnología de manejo de datos, monitoreo y vigilancia satelital) y están pensando en adquirir los negocios de software de base biológica (semillas y pesticidas). Sin embargo, aunque todavía es demasiado pronto para saber qué empresas o sectores se convertirán en los proveedores monopólicos de los insumos agrícolas, lo cierto es que las ramas industriales de la maquinaria industrial agrícola, las semillas, los fertilizantes y agroquímicos están hoy vinculados como nunca antes: Monsanto colabora con las tres principales empresas globales de maquinaria agrícola (Deere & Co., CNH Industrial y AGCO). Por su parte, Deere mantiene alianzas estratégicas con cinco de las Seis Grandes empresas de plaguicidas y semillas. En última instancia, la empresa que controle la información sobre la calidad de los suelos, los patrones históricos del clima y los rendimientos de los cultivos, así como de las tecnologías robóticas para el depósito de semillas, plaguicidas y fertilizantes, será la que obtenga más ganancias de los contratos de aseguramiento de las cosechas que, de manera creciente, determinan el costo de los insumos para los productores agrícolas. En el corto plazo, los grandes cambios provendrán de las empresas dedicadas a la producción de semillas y plaguicidas, pero en el mediano plazo habrá que estar atentos al comportamiento de las empresas de fertilizantes y maquinaria agrícola, porque ellas podrían determinar en última instancia las reglas del juego.
Las políticas
Las megafusiones en la industria agroalimentaria amenazan con socavar las bases de nuestro abasto de alimentos y también ponen en riesgo nuestros esfuerzos por generar una resiliencia climática global. Permitir que los insumos agrícolas sean acaparados por cada vez menos actores es una receta para el desastre. Nacional e internacionalmente, los gobiernos deben fortalecer sus capacidades de control y regulación para impedir la formación de oligopolios y cárteles empresariales, pero también para detener los intentos por centralizar a las empresas fabricantes de plaguicidas que pretenden convertirse en empresas semilleras, así como para que tampoco las compañías productoras de maquinaria agrícola puedan controlar la producción se agroquímicos y semillas, el manejo de las pólizas de seguros agropecuarios, etc. Además, los gobiernos necesitan observar detenidamente los procesos de “innovación” tecnológica corporativa, reconociendo que el actual sistema de propiedad intelectual asfixia el desarrollo de innovaciones verdaderamente útiles y retarda el progreso técnico. Para ir hacia la soberanía alimentaria, el mundo necesita una nueva configuración de verdaderos innovadores que parta de la innovación campesina, los pequeños productores agrícolas e investigadores del sector público, y que éstos no sean afectados por las políticas de desregulación que dan cada vez más ventajas a las grandes empresas.
Los foros
El campo de batalla internacional se ubica donde quiera que las Seis Grandes, junto con las mega empresas mundiales de fertilizantes y maquinaria agrícola presionan para que, por un lado, se les otorgue un mayor poder de mercado bajo el disfraz de “agricultura climáticamente inteligente”, mientras que, por el otro, buscan evadir toda restricción antimonopólica y escrutinio regulatorio sobre tecnologías muy nuevas y de muy alto riesgo (por ejemplo, la biología sintética). Más allá de la urgente necesidad de suspender (o mejor aún, anular) los excluyentes monopolios de propiedad intelectual, el principal campo de batalla se encuentra en el Sur global, la región del mundo con mayor cantidad de campesinos y mayor crecimiento de los mercados para las empresas de agronegocios. No hay beneficio alguno para ningún agricultor ni para los consumidores si, por ejemplo, Argentina, Brasil, Sudáfrica, China o Indonesia siguen aceptando que avance el control corporativo sobre los eslabones de la cadena alimentaria. Si tan sólo dos o tres de estos países dicen no, las megafusiones empresariales no podrán realizarse y tendrá que cambiar la estrategia de todos los involucrados.
Adjunto | Tamaño |
---|---|
etc_breakbad_esp_v5-final_may11-2016.pdf | 739.29 KB |