Enviado por ETC Staff el
Asunto: En África todo mundo quiere impulsar la ciencia, y especialmente la ciencia agrícola. A partir de la reunión del G8 hace cinco años en Canadá, donde cuatro de sus miembros prometieron construir nuevos centros de excelencia científica, ahora la Fundación Syngenta, el CGIAR, el Jeffrey Sachs Earth Institute, Google, Gates y Rockefeller, están impulsando nuevas iniciativas para el continente. Si bien nadie niega que los africanos necesitan ayuda en su lucha para acabar con el hambre, las enfermedades y el cambio climático, la ciencia y la tecnología no son la “bala de plata” para resolver los problemas de África. Sin embargo, en junio se reunirá el G8 en Alemania, donde se espera el anuncio de una nueva agenda de investigación que propondría, precisamente, soluciones científicas para los problemas sociales del mundo y especialmente de África.
Impacto: No toda la ciencia que se propone para África tiene que ver con la alimentación y la agricultura, pero el énfasis en la seguridad alimentaria no sorprende, dada la baja producción en proporción a la población de ese continente y el hecho de que la mayoría de los africanos pobres viven en áreas rurales. Los supuestos compromisos para con la agricultura africana van de los 75 a los 100 millones de dólares y más dinero viene en camino. Se espera que las promesas hechas en las reuniones cumbre y los caprichos de las fundaciones den lugar a la Revolución Verde 2.0. Ante la ausencia de un plan coordinado, los reales beneficiarios serán seguramente los viejos revolucionarios, cuyos errores intenta reparar esta segunda Revolución Verde. Aunque se afirme lo contrario, hay el peligro real de que la Revolución Verde 2.0 se convierta en una moda biotecnológica de las corporaciones y provoque la destrucción de la resistencia rural y de la diversidad en África.
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