Enviado por Veronica Villa el
Las nuevas tecnologías han jugado un papel importante en la protección de la vida sobre la Tierra y quienes firmamos este llamado apoyamos la innovación y la ciencia que puede servir a la conservación. Sin embargo, consideramos que una tecnología tan poderosa y potencialmente peligrosa como los impulsores genéticos (gene drives), cuyas consecuencias imprevistas no han sido estudiadas ni probados, ni tampoco ha sido evaluada en sus impactos éticos y sociales), no debe promoverse como herramienta de conservación.
Del impacto climático de la máquina de combustión interna a los químicos sintéticos que han envenenado el tejido de la vida, hemos aprendido algunas lecciones. Ahora comprendemos la necesidad de aplicar seriamente la precaución cuando emergen tecnologías radicalmente nuevas, especialmente en el caso de los conductores genéticos, que cambian las reglas de la genética y leyes de la herencia, con consecuencias mucho más allá de lo que podemos comprender.
Los conductores genéticos tienen el potencial para transformar dramáticamente nuestro mundo natural e incluso las relaciones que como humanidad tenemos con él. La invención de CRISPR-Cas9 y su aplicación a los conductores genéticos (también llamada “reacción mutagénica en cadena”) da a los técnicos la capacidad de intervenir en la evolución, diseñar los destinos de especies enteras, modificar drásticamente los ecosistemas y desatar cambios ambientales a gran escala en formas que nunca antes pensamos posibles. Asumir el uso de un poder de este tipo nos coloca ante un umbral moral y ético que no debe cruzarse sin asumir grandes restricciones.
Quienes firmamos, líderes y practicantes de los campos de la ciencia, la política, la protección ambiental, la conservación y el derecho, estamos alarmados ante el hecho de que algunas organizaciones de conservación han aceptado financiar y promover la liberación al ambiente de organismos diseñados con conductores genéticos. Proponen usar deliberadamente la extinción como herramienta, en contradicción directa con el propósito ético de las organizaciones de conservación, que es proteger la vida en la Tierra. También nos preocupa el potencial uso de los conductores genéticos como armas de guerra y sus aplicaciones en la agricultura, y que los actuales esquemas regulatorios no son capaces de evaluar y gobernar esta nueva tecnología.
Dados los obvios peligros que entraña la liberación irreversible de genes genocidas en el mundo natural, y las obvias implicaciones éticas de emprender tal acción, llamamos a detener todas las propuestas para el uso de las tecnologías de conductores genéticos, y especialmente para su uso en conservación.
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