Enviado por ETC Staff el
El viernes primero de noviembre 2002, el nuevo embajador de los Estados Unidos, Tony P. Hall, interrumpió la sesión final de la noche del Consejo de la FAO para anunciar que su gobierno acababa de firmar el Tratato Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura ("La Ley de la Semilla"). La noticia fue bien recibida con superficiales aplausos de los delegados, que se entusiasmaron porque lograrían ir al Aventino antes de que los restaurantes cerraran. No solo era un anuncio anticipado, sino que ya lo debían. Los estados miembro de la FAO esperaban la firma de los Estados Unidos desde el 9 de octubre cuando se convocó al Comité Interino para el Tratado.
De cara: Al firmar el Tratado, el embajador Tony Hall admitió que los Estados Unidos estaban retractándose de su actitud de hacía un año cuando 115 gobiernos aprobaron unánimemente el acuerdo. En aquel tiempo, se les dijo a los países que los Estados Unidos estaban "impedidos" para adoptar el acuerdo legalmente vinculante. Los representantes de ese país aconsejaron a la FAO sobre la ausencia de una claúsula de seguridad en el texto -así como sobre la ambigüedad relacionada con la prtección de la propiedad intelectual , lo cual hacía imposible que los Estados Unidos frimaran. A la fecha, 77 gobiernos han firmado y 9 han ratificado el texto. El Tratado será legalmente vinculante cuando 40 países ratifiquen, probablemtente en algún momento a principios del 2004.
Doble cara: El firmar el acuerdo generalmente indica la intensión de un gobierno para dar el paso, mucho más importante, de tratificar el Tratado. En este caso, sin embargo, ninguno de los asistentes al Consejo de la FAO pensaron que los Estados Unidos ratificaría durante la adminsitración de Bush. Muchoss delegados, de hecho, esperaban secretamente que los Estados Unidos se alejarían de las negociaciones del Tratado por una década o algo así. "No era tanto darle la cara a la política", dice Pat Mooney, director ejecutivo del Grupo ETC, quien estuvo presente en Roma durante el anuncio, "sino un movimiento de doble cara para entorpecer la implementación del Tratado. Todas las preocupaciones del gobierno de loas Estados Unidos están aún allí", afirma Mooney, "pero ese país determinó que es mejor tener la mano metida en los preparativos políticos y prácticos que conducen hacia la implementación del Tratado que mantenerse al margen, mirando cómo Europa y los países en desarrollo establecen un proceso independiente."