Enviado por Veronica Villa el
El 3 de marzo de 1998, después de un proceso de examen de patente, la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) otorgó de manera un.áime la patente #5,723,765, Control of Plant Gene Expression (control de la expresión genética de las plantas), al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) y a Delta & Pine Land (D&PL), una compañía de semillas con sede en Mississippi (ahora propiedad de Monsanto, adquirida a su vez por Bayer en 2018). Había nacido la tecnología Terminator: plantas que se manipulan genéticamente para producir semillas estériles. La tecnología, a veces llamada de “semillas suicidas”, se desarrolló para evitar que los agricultores guardaran y reutilizaran semillas de su cosecha. Cuando la patente se otorgó, al parecer los desarrolladores de la tecnología no habían hecho esfuerzo alguno por evaluar sus riesgos o considerar sus posibles impactos sociales, ecológicos y económicos, exceptuando el impacto económico por el aumento de ventas de semillas una vez que se dejaran de guardar semillas del ciclo previo. Organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales llenaron rápidamente el vacío al hacerse cargo de su propia “evaluación de la tecnología”, estudiando y comunicando sus impactos potenciales a un público amplio y a los elaboradores de políticas. Desde el comienzo, la sociedad civil aseguró que esta técnica patentada para la esterilización de semillas tenía la potencia de restringir la capacidad de los agricultores y campesinos de producir alimentos y argumentó que eventualmente extinguiria la práctica (de 10 mil años de antigüedad) de selección y conservación de las mejores semillas de cada cosecha. La sociedad civil, al ver en la esterilización de las semillas una amenaza a la seguridad y soberanía alimentaria global, a los sustentos de los agricultores y a la biodiversidad, condenó a Terminator como una aplicación inaceptable e inmoral de la tecnología.
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TERMINATOR: ciencias para la muerte | 1.51 MB |